miércoles, 24 de septiembre de 2014

HOJA DE RUTA (de Merche y Jose). CANTABRIA



                                                             INTRODUCCIÓN

   
   Siempre he pensado que El Tiempo hace trampas; que su duración es inversamente proporcional a lo bien o mal que lo estemos pasando. De ahí que cuando sufrimos o esperamos algo con premura, se estire como si fuera de goma pero cuando estamos viviendo un buen rato  o de vacaciones parece que se pase en un pispás.  Para contrarrestar este efecto, yo le hago un poco de burla a Cronos  y, os aseguro que, si se hace bien, da resultados, por lo menos en cuanto a vacaciones cortas o escapadas se refiere.   
Todo empieza "antes de que empiece". Días antes de comenzar el viaje, Jose (con ilusión casi pueril), despliega sus mapas, guías, de la zona, folios y rotuladores, Bolígrafo en riestre va haciendo su hoja de ruta de cada día escudriñando meticulosamente el mapa, apuntando los lugares de interés*. Os aseguro que no hay iglesia románica, castillo o nacimiento de río  que pase por alto. En esto ya hemos sacado un poco de ventaja pues empezamos a disfrutar antes, planificando e imaginando lo bien que lo vamos a pasar.
Otra de las "burlas" consiste en ver muchas cosas en poco tiempo. Pero no a mata caballo, sino disfrutando  y asimilando todo lo que veamos, bebamos o comamos, respirando hondamente para atesorarlo en nuestra alma. 
Sacad fotos. Esto nos permitirá, a la vuelta, rememorar esos momentos y saborearlos de nuevo al editarlos y archivarlos en las nuevas  carpetas.
Pues estos son mis pequeños trucos para sacarle todo el partido a unas cortas vacaciones. Espero que toméis nota y os sea útil.

*Esto no quita para que, de vez en cuando, nos encante ir a la aventura y descubrir muchas veces cosas y parajes asombrosos.

                                                           CANTABRIA OCCIDENTAL

Cuando pronuncio "Santander" el corazón me da un vuelco de alegría ya que la mitad le pertenece como veréis más adelante.
Tras muchos años, hemos vuelto. Esta vez elegimos ir por la N-623, por el famoso Puerto del Escudo, al que recuerdo cuando iba de muy pequeña con mi familia; mi padre, mi madre, mis dos hermanas, algún amigo y yo, con un equipaje para pasar un larguísimo verano de dos o tres meses... en un 600!! La verdad es que no sé como podíamos ir por aquella carretera, a veces de noche y con niebla o detrás de un camión a velocidad desesperante.
Antes de llegar al Puerto pasamos por Orbaneja del Castillo que tiene un mirador en la carretera y es un paraje curioso al estar rodeado por montañas que asemejan murallas medievales con almenas y todo, También en el pueblo hay un castillito como su nombre indica. Continuamos para ver la Colegiata de San Martín de Elines. Alta y esbelta se eleva ante nuestros ojos pero cuando fuimos a entrar...oh, vaya; cerrada a cal y canto. El motivo fue que se iba a celebrar una boda y estaba llena de flores. Si os animáis a ir, llamad antes e informaros de que no haya previsto ningún enlace.
Pasado El Escudo, ya si, nos dirigimos a nuestro primer gran destino: Liencres. Aquí vamos a pasar los primeros tres días de los 10 que tenemos de vacaciones. Nos alojaremos en Somocuevas, un barrio llenos de chalets en un entorno precioso, cuyo paisaje son calas rocosas, hierba y gaviotas. Nosotros alquilamos una habitaciíon y un baño privado en la planta de arriba de un moderno chalecito. Tanto la dueña, Maru, como su madre son encantadoras.
Después de comer y dar una vuelta por el pueblo nos fuimos a tomar un gintónic a la playa de Valdearenas, dentro del Parque Natural Dunas de Liencres
El 2º día nos fuimos a Santander que está a tan solo 9 km, Soleado y preciosos nos encontramos Puerto Chico vestido de gala, con una Feria Gastronómica llena de jaimas con sus productos de la tierruca y  barecitos que ofertaban pinchos y cervezas.
El ambiente era estupendo, Aconsejamos a todo aquel que vaya por allí un viaje en barco de una hora de duración por toda la bahía y que rodea la Isla de Mouro y el Faro de Cabo Mayor. La visita desde la ciudad desde el mar es una pasada. Tuvimos la suerte de ver un sinfín de veleritos de clores practicando para la Competición Internacional que se celebraría a los pocos días, El Ferry que se dirige regularmente al puerto de Southampton pasó a unos pocos metros de nuestra barca. Qué impresión, parecía El Titánic!!
Muy recomendable es tomar unos caracolillos y un buen vermú de grifo en Solórzano, legendario bar en la calle Peña Herbosa, 17.
El día 3º lo dedicamos exclusivamente disfrutar de  El Sardinero. ¿qué puedo decir?, amigos, no hay palabras para describir lo que sentí. Tuve una extraña sensación, como si me observara a mí misma en el pasado.  Os aseguro que no hay un centímetro de esa playa en que no tenga un recuerdo, Fue ahí donde aprendí a andar, a nadar y a besar, como aquel que dice, Pero eso es otra historia, jaja.
Os aconsejo ir andando desde Santander  por el sin igual Paseo de Reina Victoria,  hasta llegar a El Sardinero, y dejar  que se nos muestre regio, en todo su esplendor; El Casino, El Hotel Real, El Maria Isabel y su 1ª y 2ª playas. Los preciosos Jardines de Piquío, donde tanto jugué, El Paseo de Los Castros, San Roque, El Auditorium, pequeño escenario en forma de concha donde pasé muchas tardes viendo guiñol y comiendo regaliz, y, a su lado, en un rincón, minúscula y tímida se muestra La Fuente de Cacho, si, la que canta la afición de El Racing CF; "...Voy a la fuente de Cacho a beber un poco de agua que me han dicho que es muy buena beberla por la mañana, dimé, dónde vas morena dimé dónde vas salada"
Resumen del día: Playa, Sol. Rabas en el Miramar y gintónic en el Lisboa.
Abandonamos Santander y Liencres con tristeza para dirigirnos con ilisión a nuestro próximo destino, Oreña.
                                                                
4º día. En algo más de media hora recorrimos los escasos 30 km. que separan Liencres de Oreña que elegimos por estar casi pegado a Santillana y Altamira.
Aquí habíamos reservado una habitación en una casa rural muy bonita y tranquila; La Posada de San Pedro, una Casona de piedra con muchas flores en el barrio de Bárcena. Cuatro largos días nos esperaban, De momento nos recibieron con una botella de cava brut helado que nos reservamos para la noche.
Oreña tiene unos  acantilados desde los que se contempla el Cantábrico agitarse cuando está intranquilo. Toda una terapia para templar nuestros nervios. Yo me pasaría horas observándolo.
A los amantes de  cuevas  muy cerca, en el barrio de Perelada se encuentran la de Cualventi que tiene restos prehistóricos y  fueron habitadas hasta la Edad Media,
La Iglesia de San Pedro del s. XVI está en el centro del pueblo. Y la joya del lugar está en el barrio de Caborredondo, la Ermita de San Bartolomé, prerrománica del s IX y que se puede visitar pidiendo la llave a una vecina de la casa de enfrente que te la muestra amablemente.

Para del 5º día teníamos programado una excursión a Suances. Tras un desayuno a base de zumo natural, café o té y unos deliciosos bollos recién horneados por la dueña, nos pusimos en camino. Llegamos   en un periquete ya que está a unos 10 km. Está al este de Santillana y su paisaje te deja  boquiabierto por su belleza en la desembocadura de los rios Saja y Besaya y por sus playas, De las cinco que tiene, destacan, la de La Concha que es una bahía acogedora, antiguo balneario de veraneantes, Pero sobre todo...la de Los Locos, Nunca he visto playa igual. Se accede por un buen tramo de escalones de piedra (unos ciento y pico) pero tiene una extensión de césped verdísimo y aterciopelado con sus duchas donde la gente toma el sol sobre sus toallas multicolores, A mitad de la cuesta hay un chiringuito-restaurante resguardado con toldos y  desde cuyas mesas de madera puedes degustar una cerveza disfrutando de unas vistas únicas. Si continúas las escalera hasta el final (nosotros nos quedamos en el chiringo) llegas a una inmensa playa de arena fina y rocas donde jóvenes surferos cabalgan espumosas olas, los niños juegan a sus anchas y mayores toman el sol con la agradable brisa. Arriba , entre estas dos playas, se puede pasear por la montaña hasta llegar a un mirador con forma de pequeño anfiteatro para descansar. Allí saboreamos un exquisito bocadillo de anchoas de Santoña y tomate natural. Si La Gloria existe debe de ser algo muy parecido.
Para quemar las calorías ingeridas seguimos paseando por una senda abrupta de aquel monte asalvajado todo camino de cabras y altibajos. A muy escasos metros, abajo, la mar imponente. Caminamos hasta llegar a un acantilado que forma un entrante de aguas a modo de bufador donde abajo culminan y entran las olas para volver a salir en un vaivén hipnótico. La verdad es que faltan las palabras para describirlo. Respiré todo lo hondo que pude mientras Jose trepaba e inspeccionaba el terreno. Sacando fotos descubrí enfrente a un joven que colgaba casi al vacío cogiendo lo que pudieran ser fósiles a golpe de martillito. Se la estaba jugando. En fin...
Merecidos refrigerios a pie de playa y vuelta a Oreña. Cena, cava y caer rendidos fue todo   uno.

Día 6º, Cuevas de Altamira, La "Neo-cueva" está muy bien reproducida pero siempre hay una vocecilla aguda y risueña en mi oreja  que me dice  "son de mentira, son de mentira". (Hay un día a la semana en que se sortean cinco afortunados entre todas las entradas para visitar las auténticas. Ese día era mañana. así pues, al día siguiente  el pobre Josito se levantó a las 7 y fue a probar suerte aunque se volvió desilusionado al ver dos autocares y muchísimos coches. Qué pena!!)
Santillana del Mar, la de las tres mentiras, pues no es santa, ni llana  ni tiene mar, es visita obligada para los amantes lo bello, Hay que perderse por sus callejuelas empedradas y entrar en sus tiendas de productos típicos y recuerdos. la Colegiata es magnífica y tiene un claustro espectacular. Los capiteles de sus columnas son todos distintos y representan interesantes escenas sobre el bien contra el mal.
Solo hay dos lugares con dos Paradores, a saber, Sto, Domingo de la Calzada y Santillana del Mar. El Gil Blas es un sitio óptimo para tomar un vermú sin prisa . Santillana tiene una amplia oferta gastronómica y nosotros elegimos un Restaurante con las mesas dispuestas en un gran patio. Con mis pies hechos trizas por el bonito empedrado histórico- artístico volvimos a La Casona. ¡Qué agradable sensación entrar en la habitación tan limpia y arreglada después un día bien pateado!! Tras una ducha caliente, cena con velitas en la habitación: cava helado, la mejor cecina que he probado, anchoas y queso. A dormir!!

7º día. En el campo de batalla Belondios y Golbardos luchaban encarnizadamente cuando una musiquilla lejana fue subiendo de tono hasta que  la reconocí: el maldito despertador. Qué pronto se pasa la noche (todo un clásico cortesía del sr. Tiempo). Al contale mi sueño a Jose, se rió a carcajadas diciendo que Belondio era un río  y Golbardo, un pueblo  por los que habíamos pasado. Lo que hace el subconsciente! Tras otro desayuno en el acogedor comedorcito pusimos rumbo a  Castañeda por su Colegiata. A Galizano por su playa a la que, a veces, íbamos de excursión con mis cintas de Serrat. A Cabo de Ajo, para ver su faro, aunque no se puede ver pues está cerrado a cal y canto con un cartel de "Prohibido". A  Bareyo por su iglesia románica y, por último a  Santoña...por sus anchoas, Tiene esta un bonito paseo marítimo donde pasean tranquilas las familias y las parejas. Sobre una gran alfombra de césped se ubican unas tumbonas de piedra de lo más cómodo para ver los barcos que llegan al final de la tarde en un ambiente diáfano y como sin prisa. También se alinean en paralelo al paseo terrazas donde refrescar el gaznate (aún a costa de que "te claven" bien).
Sé que parecen muchos sitios para un solo día pero, por suerte, están muy juntos y eso facilita mucho las cosas.
Y para redondear el día acudimos a la reserva de una cena romántica, cortesía de nuestros vástaguers en  la Casona Rural Camino de Hoz en Anero: ensalada de anchoas, parrillada de verduras y chuletón a la brasa. ¡Cómo cansan las vacaciones!

8º día. Llegamos a Comillas sobre las 11 y aparcamos cerca del faro donde dimos una vuelta por el pequeño puerto y tomamos una cerveza frente al mar. Luego nos dirigimos al centro. El vermú sabe diferente en esa plaza llena de flores. Nos montamos en el trenecito turístico que nos dió una idéa de qué visitar. Después de comer empezaba el trote. El Palacio de Sobrellano lo mandó construir Antonio López López, un acaudalado vecino dueño de astilleros que envíó barcos para la guerra de Cuba, a lo que el rey agradeció nombrándole Marqués de Comillas. Su arquitecto, Joan Martorell lo terminó en 1888. Gaudí intervino también realizando algunos muebles. Es de estilo neogótico y en su interior me llamaron la atención las chimeneas de cada salón y los artesonados.
A continuación, El Capricho, un palacio modernista que Máximo Díaz de Quijano, concuñado del Marqués de Comillas encargó a Gaudí. Es de corte orientalista con un alminar. Está forrado en su exterior por azulejos de girasoles ya que en esta planta pensó Gaudí para darle sentido al palacio: Quería que el sol iluminara cada estancia en el momento en que se usa, Por ejemplo, los dormitorios orientados al este, el comedor al mediodía y a poniente las salas. Como Quijano era amante de la música, incluyó elementos relacionados, como claves de sol en el tejado, vidrieras con un pájaro tocando el piano o una abeja tocando la guitarra, Hasta una ventana musical!! Destacan su mezcla de estilos, sus balcones-banco  y sus ricos artesonados. El palacio gira en torno a un invernadero del gusto de la época. Lo concluyó en 1885. Podría estar horas hablando de este genio y su obra, pero no es el momento. Solo diré que el pobre señor Quijano lo disfruto 7 días antes de su muerte, Ainsss!!
El Capricho fue restaurante durante muchos años hasta que la Comunidad de Cantabria no pudo afrontar su mantenimiento y se lo vendió a un grupo japonés que lo tiene como museo y para celebrar eventos.
Como cabe esperar nos recogimos temprano Jose, yo y mis pies.

Día 9º. Rumbo a Fuente De!! Salimos temprano parando en Puente Nansa que estaba en fiestas donde tomamos unas patatas "sin chorizo" y yo sin cobertura. Pero antes nos dirigimos a
Las Cuevas de El Soplao, en Rionansa, parada obligatoria. Están consideradas únicas en el mundo por sus formaciones geológicas de estalactitas, estalagmitas, abundantísimas excéntricas y grandes coladas. Se accede en un vagón de tren de la antigua mina y el espectáculo es prodigioso, diríase que nos hallábamos en un planeta ignoto o en una novela de Verne. De sus 20 km., solo 4 se pueden visitar. Es una experiencia única.
Llegamos a mi querido Potes por la temprana tarde. Es un pueblo en el que me encuentro muy a gusto; sus tiendas de suvernirs en la calle soportalada. esa callejuela empedrada con restaurantes cuyas terrazas cuelgan del otro lado, mirando hacia el rio y su puente. Sus establecimientos que exhiben a la puerta productos típicos, quesos, licores, duces...Es un placer recorrerlo sin prisa. No puede faltar la visita al Monasterio de Liébana y su Beato. Hacia el fondo del paraje hay un manantial muy bonito y arriba del todo una pequeña ermita con una vista muy agradable.
En el valle de Los Picos de Europa se posa El Parador de Fuente De, uno de nuestros favoritos por su el enclave privilegiado. Abrir las ventanas de la habitación y ver un prado verdérrimo del que emerge esa montaña, que a penas si logras ver entera estirando el cuello, es algo excepcoional. También podemos observar el trasiego del teleférico cuya estación está a pocos metros del Parador.
No importa las veces que suba a la cima, siempre experimento la misma sensación; uno se siente pequeño ante tanta grandeza, Hay veces que La Naturaleza nos sobrepasa y nos empequeñece. Respiremos profundamente, inhalemos algo de esa enormidad y hagámosla nuestra durante unos instantes, sintiéndonos parte de ella.

Jose la goza compartiendo un bocadillo de chorizo con los cuervos, que, encantados revolotean a su alrededor y comen de su mano o "cazan" las migas al vuelo. Niños y mayores se arremolinan para ver tan raro espectáculo y, atónitos le sacan fotos. Tal vez deberíamos plantarnos seriamente dejarlo todo y mudarnos a lo alto de Peña Remoña para crear un circo,
Rica cena en el Parador y a disfrutar el poco tiempo que ya nos queda.
Al día siguiente, día 10º, tras el desayuno y unas últimas fotos abandonamos nuestra querida montaña y comenzamos la vuelta. Pero....negándonos a terminar nuestras vacaciones decidimos parar a tomar el vermú y a comer en nuestro también querido Parador de Cervera de Pisuerga. Nos pillaba de camino y creímos que era una buena manera de concluir nuestro periplo.
Amigos, lo decíamos al principio, todo lo bueno se acaba pero, no me negaréis que le hemos sacado un buen partido a estos 9 días y que Cronos estará un poco contrariado de que,,,una vez más lo hayamos logrado. Carretera y manta.
Ahora...a pensar en la siguiente escapada, (ya queda menos)




    

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