martes, 14 de julio de 2009

PROHIBIDO PISAR HORMIGAS

Si existe alguna "Verdad Universal" es que vivímos en un mundo feroz; en un mundo donde la competencia y la competitividad están, más patentes que latentes, en los estudios, en el trabajo -si te descuidas, te pisotean-, en la sociedad -si el vecino tiene un coche, el nuestro ha de ser más grande y más caro-, en la política....-todos los países tienen armas para matarnos a todos varias veces y borrar nuestros mapas de la manera mas sofisticada, elegante y cruel-.
Por todo ello, no es de extrañar que los padres quieran que sus hijos estén mejor preparados que nunca para enfrentarse a este mundo hostil. No hemos adelantado poco; hemos pasado de la generación anterior cuya máxima era "le daré a mis hijos lo que yo nunca tuve", a la nueva que dice "le daré a mis hijos más de lo que yo he tenido, que no es poco". Así mantenemos hiperocupadas a las pobres criaturas con materias extraescolares: idiomas, natación y, claro, fútbol ( a ver si el niño nos sale un cristiano ronaldo y de, de paso, nos retira a todos). Creo que tanto lo uno como lo otro es erróneo. Les educamos para tener todo lo que quieren y, cuando no lo consiguen, sólo les produce frustración, fracaso y depresión.
Todo esto dá que pensar. Fabricamos ambición y egoísmo a espuertas y esto no es bueno.
Hay que pensar un poco más con el corazón y partir de cosas más primigenias.
El otro día en el parque, yo, observadora compulsiva, presencié algo asombroso. Dos jóvenes madres estaban sentadas en un banco con sus retoños correteando a su alrededor. "Mamá, Guille no me deja jugar. Mamá, quiero galletas. Mamá, tengo sed. Ay, mamá me he caído, buaaaaa..." Las mamás estaban ya más que hartas. De repente, oigo, "Mamá, Jaime está pisando hormigas, ¿puedo yo también?"; sin pensarselo dos veces y con expresión de alivio y un suspiro, le dijo su madre "si hijo, hala, hala", y se dispuso a contarle a su amiga de una vez el último capitulo de su serie favorita, mientras los nenitos daban pisotones sin parar.
Hace muchos años, antes de que dieran por la tele series de dibujos animados de insectos y otros animalitos de los bosques, mis padres y hermanas me decían "no pises a las pobres hormiguitas, que también ellas tienen papás y llevan su comidita a casa" Me estaban enseñando, que, si yo era el rey de la Creación, era para respetar a los demás seres, quererles y si podía, ayudarles -siempre procuraba que las miguitas del bocadillo cayeran cerca del hormiguero-.
Años después, buceando con mis niños en Cabo de Palos, jugábamos con todo lo que había bajo el agua con respeto y deleite. A más de un caballito de mar salvamos de las garras de un niño gordo cuya carita de neanderthalito asomaba por la empañada ventana de las gafas de bucear. ¡Cómo le hubiera gustado al condenado, lucir su trofeo y ponerlo a secar al sol abrasador sobre el dominical de su padre, junto a los bronceadores y un revoltijo de chanclas multicolores!
Puedo imaginar a un Hitler de 9 añitos arrancándole las alas a las moscas y quemando vivas a las infaustas hormigas. Veo su media sonrisa. Veo sus ojos vidriosos de placer supremo gozar como nunca ante su pequeño holocausto........(se me estará yendo la pinza?) Igual exagere un poco, pero tenemos que evitar seguir creando disminuídos sentimentales, los más tristes de todos. Merece la pena intentarlo, No creéis?