jueves, 26 de septiembre de 2019

KERPA, EL MOLEM




El joven molem se desperezó en su cubículo y salió al fabuloso día que, azul y brillante le aguardaba. Se sentía bien; no tenía ni hambre ni sed. Estaba pleno y feliz. Dio un salto y una gota malva de rocío le salpicó sus patitas. Se encontró a Kirina, su amiga y juntos, como siempre, se subieron a un alto pináculo donde se quedaron expectantes hasta que la estrella Pi-K apareció roja por el curvo horizonte y empezaron a aplaudir calurosamente. Después empezaron a hacerse cosquillas hasta ahogarse de la risa y cayeron rodando al fondo de un cráter. Menos mal que el suelo estaba mullido por una alfombra de solfléndulas esponjosas que amortiguó la caída. Fueron caminando de regreso a sus cubículos jugueteando con las briznas plateadas de los apicules que parecian chisporrotear a la luz de la estrella.  El día fue terminando. Qué bien lo habían pasado!! Mañana continuarían sus aventuras...

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