ARTE CONFESIONAL; ARTE PSICOANALÍTICO
Celda (definición): Aposento individual de
ciertos lugares; instituciones
militares, religiosas, penitenciarias. Casilla de los panales de las abejas. En
Inglés también significa célula, unidad de vida.
¿Se puede enceldar
el arte? Louise Bourgeois (París
1911-Nueva York 2010) nos demuestra con creces que así es, creando una forma
muy innovadora de plasmar sus sentimientos en atmósferas distintas. Estas
celdas son microcosmos autónomos que
dejan que el observador se implique y
perciba todos los traumas de la niñez que
la artista supo exteriorizar y convertir en Arte, para el bien de la Humanidad.
Gracias a una bendita resiliencia, podemos afirmar que es una de las artistas
más importantes del pasado siglo.
Más tarde volveremos
al interesantísimo mundo de las celdas.
Pero buceemos un poco en su vida para entender mejor los
sentimientos de Louise, su sufrimiento, sus tormentos íntimos y la ansiedad,
amarga compañera de casi toda su existencia.
Louise Joséphine
Bourgeois –ese es su
nombre completo- fue la mediana de los hijos de una familia francesa dedicada a
las antigüedades y la restauración y
confección de tapices en su galería de un barrio de París, junto al Sena.
Desde muy niña tuvo inquietudes artísticas dibujando en un taller de tapices clásicos especializándose en piernas y pies. Estudió
en La Sorbona, La Grand Chaumier y más tarde en La Escuela del Louvre y en la
Academia de Bellas Artes. Se la asocia al Expresionismo
Abstracto. Aunque empezó pintando, en los años cuarenta pronto se vería más atraída por la escultura pues las
tres dimensiones le permitían plasmar
mejor sus complicadas emociones.
Su padre fue un hombre mujeriego y déspota a quien su madre
pasaba por alto todas las infidelidades pero que a la niña Louise marcó para
siempre, reprobando la conducta de
ambos; el uno por engañar y la otra por aguantarlo estoicamente. La relación
con su padre fue siempre extraña y tortuosa; por un lado, le quería mucho, pero
por otro le odiaba y repudiaba todos sus actos.
Años más tarde, en
1933, su querida y admirada madre- a quien pese a todo, quería muchísimo-, delicada desde que
contrajera la gripe española, falleció. Louise, que había abandonado sus
estudios para cuidarla con abnegación hasta su muerte, sufrió el primer gran
golpe de su vida. Su padre había
contratado a una institutriz y profesora de inglés a quien, al poco tiempo,
convirtió en su amante –durante 20 años- . Bourgeois cayó en una depresión. Sumida
en la ansiedad y la soledad es aquí
cuando decide dedicarse al arte en cuerpo y alma. Estos temas, entre otros,
serán una constante en toda su obra.
En 1938 abre su propia galería y allí conocerá a Robert Goldwater, un neoyorquino estudioso
de arte con quien se casa yéndose a vivir a Nueva York. Durante décadas se
relaciona con artistas europeos, Duchamps, Miró, Matisse…colaborando con ellos
en algunas ocasiones.
Tres hijos, galerías y exposiciones llenan su vida hasta que
en 1951 fallece su padre. Esto la marca definitivamente, de tal manera que
acude durante años a sesiones de psicoanálisis
que la ayuden a afrontar sus oscuros pensamientos y a hallar el origen de estos
–aunque no lo digan explícitamente en ninguna biografía, entreveo visos de
abusos paternos, aunque puede que solo sea una impresión mía-.
Estos sentimientos se revelan en la obra Destruction of the father (1974), una
paranoia en la que el padre, sentado a la mesa es descuartizado y engullido por
la familia. Se entiende como una
rebelión –o venganza- ante el poder dominante de su progenitor.
Aunque ella decía que su arte no tenía género, propugnó la
femineidad y el feminismo para protegerse de un mundo aterrador.
A menudo repetía el tema del cuerpo humano, la sexualidad y
la fragilidad.
Alguien le pidió una vez que se definiera a sí misma, a lo
que contestó “No soy lo que soy; soy lo
que hago con mis manos”.
En los 60 empieza a trabajar con nuevos materiales; plástico,
látex y goma. Tenía una gran facilidad para adaptarse a todo tipo de material.
Precursora indiscutible del Arte Confesional, para los que utiliza elementos autobiográficos;
dijo llevar más de medio siglo inspirándose en los sempiternos traumas de su
infancia y juventud, la traición y el
abandono.
Tras la muerte de su marido en 1973 su vida experimentó un
cambio volviéndose más transgresora y se acrecienta su feminismo. Conoce a Jerry Goravoy y este se convierte en su
mánager.
En 1999 crea una de sus obras más representativas; una araña
gigante de casi 10 metros de altura que titula Mamá, pues le Inspira protección, teje y es lista como su
progenitora. Hizo también seis réplicas de bronce. Siempre que la veo me viene
a la cabeza aquella adivinanza de “En
alto vive, en alto mora, en alto teje
la tejedora”. El Guggenheim de
Bilbao la compró en 2011 y la exhibe al aire libre con un orgullo
comprensible.
Al haberse criado en un mundo de agujas, telas y lanas, se
encontraba muy cómoda entre ellas por esto las convirtió en metáforas de la
presencia de su madre. “Las agujas reparan daños y las telas y lanas protejen, abrigan y dan cobijo y seguridad”.
Puede ser por esto por lo que de repente un día a finales de
los 90, Louise abre un armario y empieza a vaciarlo sacando telas de toda
índole, sábanas, colchas, pañuelos, vestidos, que guardaba desde los años 20 y
comienza a confeccionar un libro-álbum de 36 hojas de tela titulado el Libro del Olvido, creando composiciones abstractas de extrema originalidad y belleza que concluye
en 2002. –Como curiosidad diremos que el
color verde brilló por su ausencia en esta obra. ¿Carencia de esperanza?.
En sus años como profesora de Arte invitaba a sus alumnos a
reunirse en su casa de Chelsea una vez por semana. Allí hablaban de arte,
discutían sus trabajos y ella les criticaba duramente y sin tapujos, si era
necesario, aunque los estudiantes parecían estar encantados de aquellos
coloquios a los que empezaron a llamar Sunday, bloody Sundays.
¿Os acordáis de las Celdas
que mencioné al principio?, pues Bourgeois trabajó en ellas de 1986 al 2008.
Particularmente, en mi opinión es su mejor creación. En ellas vuelca toda la carga emocional –intelectual,
psicológica y mental- Miedo al abandono, memoria y emociones, dolor y angustia,
parecen acrecentarse con los años. Las celdas son como guaridas donde Louise se
aísla y se protege de su pasado. Están realizadas con materiales de desecho,
elementos que le proporcionaban sus amigos y objetos propios – trozos de
alambrada, perfumes, mantas,…- Cargadas de simbolismo, estas 28 celdas numeradas del I al VI forman un
todo fascinante, una entidad escultórica
nunca vista, por lo innovador de su factura y su apariencia teatral. Fueron
reunidas en 1991 en el Carnegie de Pittsburg ( sí, el mismo sitio donde estudió
Warhol ). No nos extenderemos en comentar cada una de ellas; porque es mejor
admirarlas y disfrutarlas en la realidad, a corta distancia para no perdernos
ningún detalle. Merece la pena acudir al
Museo Guggenheim de Bilbao porque se exponen hasta el 4 de septiembre. Nuestras felicitaciones a las comisarias de esta
exposición, Julienne Lorz y Petra Joos así como al director del
museo, Juan Ignacio Vidarte.
Solo mencionaremos la
que cierra la colección. Se trata de una escalera de caracol procedente de su
estudio de Brooklyn al abandonar este en 2005 y que tituló Última subida. La escalera culmina con unas esferas que penden sobre
ella. Es como una ascensión hacia el Universo infinito, como si la artista tras
tanto sufrimiento en vida ansiara descansar de una vez por todas. Descanso
merecido, sin ninguna duda.
burgeoise.guggenheim-bilbao.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario