lunes, 25 de abril de 2016

ARTE CONFESIONAL; ARTE PSICOLANALÍTICO

                   ARTE CONFESIONAL; ARTE PSICOANALÍTICO
Celda (definición): Aposento individual de ciertos lugares;  instituciones militares, religiosas, penitenciarias. Casilla de los panales de las abejas. En Inglés también significa célula, unidad de vida.

¿Se puede enceldar el arte? Louise Bourgeois (París 1911-Nueva York 2010) nos demuestra con creces que así es, creando una forma muy innovadora de plasmar sus sentimientos en atmósferas distintas. Estas celdas son microcosmos autónomos que dejan que el  observador se implique y perciba todos los traumas de la niñez que  la artista supo exteriorizar y convertir en Arte, para el bien de la Humanidad. Gracias a una bendita resiliencia, podemos afirmar que es una de las artistas más importantes del pasado siglo.
 Más tarde volveremos al interesantísimo mundo de las celdas.
Pero buceemos un poco en su vida para entender mejor los sentimientos de Louise, su sufrimiento, sus tormentos íntimos y la ansiedad, amarga compañera de casi toda su existencia.
Louise Joséphine Bourgeois –ese es su nombre completo- fue la mediana de los hijos de una familia francesa dedicada a las antigüedades y la restauración y confección de tapices en su galería de un barrio de París, junto al Sena. Desde muy niña tuvo inquietudes artísticas dibujando en un taller de tapices  clásicos especializándose en piernas y pies. Estudió en La Sorbona, La Grand Chaumier y más tarde en La Escuela del Louvre y en la Academia de Bellas Artes. Se la asocia al Expresionismo Abstracto. Aunque empezó pintando, en los años cuarenta pronto  se vería más atraída por la escultura pues las tres dimensiones le permitían  plasmar mejor sus complicadas emociones.
Su padre fue un hombre mujeriego y déspota a quien su madre pasaba por alto todas las infidelidades pero que a la niña Louise marcó para siempre, reprobando  la conducta de ambos; el uno por engañar y la otra por aguantarlo estoicamente. La relación con su padre fue siempre extraña y tortuosa; por un lado, le quería mucho, pero por otro le odiaba y repudiaba todos sus actos.
 Años más tarde, en 1933, su querida y admirada madre- a quien pese a todo,  quería muchísimo-, delicada desde que contrajera la gripe española, falleció. Louise, que había abandonado sus estudios para cuidarla con abnegación hasta su muerte, sufrió el primer gran golpe de su vida.  Su padre había contratado a una institutriz y profesora de inglés a quien, al poco tiempo, convirtió en su amante –durante 20 años- . Bourgeois cayó en una depresión. Sumida en la ansiedad y la soledad es aquí cuando decide dedicarse al arte en cuerpo y alma. Estos temas, entre otros, serán una constante en toda su obra.
En 1938 abre su propia galería y allí conocerá a Robert Goldwater, un neoyorquino estudioso de arte con quien se casa yéndose a vivir a Nueva York. Durante décadas se relaciona con artistas europeos, Duchamps, Miró, Matisse…colaborando con ellos en algunas ocasiones.
Tres hijos, galerías y exposiciones llenan su vida hasta que en 1951 fallece su padre. Esto la marca definitivamente, de tal manera que acude durante años a sesiones de psicoanálisis que la ayuden a afrontar sus oscuros pensamientos y a hallar el origen de estos –aunque no lo digan explícitamente en ninguna biografía, entreveo visos de abusos paternos, aunque puede que solo sea una impresión mía-.
Estos sentimientos se revelan en la obra Destruction of the father (1974),  una paranoia en la que el padre, sentado a la mesa es descuartizado y engullido por la familia.  Se entiende como una rebelión –o venganza- ante el poder dominante de su progenitor.

Aunque ella decía que su arte no tenía género, propugnó la femineidad y el feminismo para protegerse de un mundo aterrador.
A menudo repetía el tema del cuerpo humano, la sexualidad y la fragilidad.
Alguien le pidió una vez que se definiera a sí misma, a lo que contestó “No soy lo que soy; soy lo que hago con mis manos”.
En los 60 empieza a trabajar con nuevos materiales; plástico, látex y goma. Tenía una gran facilidad para adaptarse a todo tipo de material.
Precursora indiscutible del Arte Confesional, para los que utiliza elementos autobiográficos; dijo llevar más de medio siglo inspirándose en los sempiternos traumas de su infancia y juventud, la traición y el abandono.
Tras la muerte de su marido en 1973 su vida experimentó un cambio volviéndose más transgresora y se acrecienta su feminismo. Conoce a Jerry Goravoy y este se convierte en su mánager.
En 1999 crea una de sus obras más representativas; una araña gigante de casi 10 metros de altura que titula Mamá, pues le Inspira protección, teje y es lista como su progenitora. Hizo también seis réplicas de bronce. Siempre que la veo me viene a la cabeza aquella adivinanza de “En alto vive, en alto mora, en alto teje la tejedora”. El Guggenheim de Bilbao la compró en 2011 y la exhibe al aire libre con un orgullo comprensible.
Al haberse criado en un mundo de agujas, telas y lanas, se encontraba muy cómoda entre ellas por esto las convirtió en metáforas de la presencia de su madre. “Las agujas reparan daños y las telas y lanas protejen, abrigan y dan cobijo y seguridad”.
Puede ser por esto por lo que de repente un día a finales de los 90, Louise abre un armario y empieza a vaciarlo sacando telas de toda índole, sábanas, colchas, pañuelos, vestidos, que guardaba desde los años 20 y comienza a confeccionar un libro-álbum de 36 hojas de tela titulado el Libro del Olvido, creando  composiciones abstractas de  extrema originalidad y belleza que concluye en  2002. –Como curiosidad diremos que el color verde brilló por su ausencia en esta obra. ¿Carencia de esperanza?.
En sus años como profesora de Arte invitaba a sus alumnos a reunirse en su casa de Chelsea una vez por semana. Allí hablaban de arte, discutían sus trabajos y ella les criticaba duramente y sin tapujos, si era necesario, aunque los estudiantes parecían estar encantados de aquellos coloquios a los que empezaron a llamar  Sunday, bloody Sundays.

¿Os acordáis de las Celdas que mencioné al principio?, pues Bourgeois trabajó en ellas de 1986 al 2008. Particularmente, en mi opinión es su mejor creación. En ellas vuelca toda la carga emocional –intelectual, psicológica y mental- Miedo al abandono, memoria y emociones, dolor y angustia, parecen acrecentarse con los años. Las celdas son como guaridas donde Louise se aísla y se protege de su pasado. Están realizadas con materiales de desecho, elementos que le proporcionaban sus amigos y objetos propios – trozos de alambrada, perfumes, mantas,…- Cargadas de simbolismo, estas 28 celdas numeradas del I al VI forman un todo fascinante, una entidad escultórica nunca vista, por lo innovador de su factura y su apariencia teatral. Fueron reunidas en 1991 en el Carnegie de Pittsburg ( sí, el mismo sitio donde estudió Warhol ). No nos extenderemos en comentar cada una de ellas; porque es mejor admirarlas y disfrutarlas en la realidad, a corta distancia para no perdernos ningún detalle. Merece la pena acudir al Museo Guggenheim de Bilbao porque se exponen hasta el 4 de septiembre. Nuestras felicitaciones a las comisarias de esta exposición, Julienne Lorz y Petra Joos así como al director del museo, Juan Ignacio Vidarte.
 Solo mencionaremos la que cierra la colección. Se trata de una escalera de caracol procedente de su estudio de Brooklyn al abandonar este en 2005 y que tituló Última subida. La escalera culmina con unas esferas que penden sobre ella. Es como una ascensión hacia el Universo infinito, como si la artista tras tanto sufrimiento en vida ansiara descansar de una vez por todas. Descanso merecido, sin ninguna duda.

burgeoise.guggenheim-bilbao.es






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