jueves, 26 de septiembre de 2019

UN VIAJE ALUCINANTE

UN VIAJE ALUCINANTE

Quizás no debería desvelar estos secretos. Tal vez
sería mejor que el espectador se sorprendiera por sí
mismo ante tanto prodigio.
El mero hecho de encontrarnos ante un singular
edificio granate coronado por grandes huevos y
pináculos de doradas “Oscarinas”(yo las llamo así
porque parecen las novias de los Oscars) que
saludan estáticas al visitante, nos pone ya en
guardia abriendo una gran incógnita de lo que
puede albergar en su interior.
El Museo Dalí en Figueres es en sí un maravilloso y
sorprendente espacio que deja al visitante
boquiabierto. Un Cadillac muy sui géneris nos da la
bienvenida y sirve de base a una venus de
pétreos muslos y dos enormes bolondrios a modo
de pechámenes que pregona en silencio, a los
cuatro vientos todo lo que nos espera.
Desde el acristalado patio circular de dos pisos nos
vigilan más silentes “Oscarinas” alineadas en dos
filas paralelas entre profusa vegetación.
Y es a partir de aquí cuando la realidad es fábula y la
fábula realidad en este Universo de Dalí (y Gala,

siempre Gala hasta la saciedad y hartura más
absoluta). Recovecos insospechados, enseres
mágicos o artilugios indescriptibles. Subiendo o
bajando, disfrutando de las vistas que desde el
interior nos ofrece diferentes puntos de vista del
patio exterior.
De repente, entramos en una amplia sala. Todas las
miradas –y los móviles- de los visitantes apuntan
hacia el techo....Claro, ¡ahora lo entiendo!: un
enorme fresco policromado de la famosa pareja,
desde una perspectiva imposible; pies hiperbólicos
penden sobre nuestras mortales cabezas
elevándose hasta perderse en el Universo, su
Universo. Y en una alcoba, su dormitorio;
momentos íntimos congelados. Su sofá confundido
con la primavera de la pared. Relojes blandos…
Sientes que el Tiempo se detiene en una atmósfera
sin edad pero, a la vez, un esqueleto custodia la
cama endragonada recordándonos la fragilidad del
Monstruo que lo devora todo.
Seguimos la visita. Me gusta observar la cara de la
gente descubriendo esto o aquello. Si miras desde
arriba puedes ver a grandes grupos multiétnicos
sacando fotos al unísono, como extraños bancos de

peces. Salimos (o entramos, no sé) al patio interior.
Nos sentimos diminutos ante tan faraónicas obras.
Estallidos de color, diferencia de texturas, diseños
geométricos, ondulados, enormes retratos que
engañan al ojo humano… El diseño está presente
pero es algo secundario. Priman la imaginación
desbocada, los sueños materializados en frágil
cristal, en joyas únicas por lo raras, el vértigo
laberíntico del genio se materializa por doquier.
Seguimos subiendo por unas escaleras adornadas
por un espantajo que es una lámpara (¿don Ramón
María?...) y otros primores que se van descubriendo
a medida que asciendes.
La sala dedicada a Mae West ya…”rompe la pana”.
Conviene advertir a los más jóvenes que, esta
señora fue una actriz de carnes prietas, exuberante
trasero y ebúrneo escote a quien se deben frases
tan geniales como “Llevas pistola? O es que te
alegras de verme??” que le dijo –creo- a Jonh
Wayne en una del oeste. Vamos, que era una dama
de armas tomar. A Dalí estas palabras debieron de
llegarle al alma. (No sé lo que opinaría Gala en su
momento, pero…) tanto como para decorar esta
sala formando su cara con los muebles mientras del

techo pende (tiene bigotes la cosa) un cuarto de
baño –sí, has leído bien-. Se puede llegar más
lejos?? Si; a visitar su casa de Port Lligat a unos 40
km y de paso tomarte unos de los mejores coktailes
en muchas millas a la redonda de Cadaqués.
De visita obligadísima para los amantes del Genio.

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