lunes, 25 de abril de 2016

ANDY WARHOL; EL GURÚ DE LA MODERNIDAD

               ANDY WARHOL; EL GURÚ DE LA MODERNIDAD
No es fácil determinar si la sociedad influye en el Arte o. por el contrario, es este quien impone sus leyes y tendencias. El Arte es algo vivo, cambiante y lo que hoy son escuetas rectas mañana serán rotundas formas. Lo que ayer fue válido, hoy ya no lo es –aunque deje su huella-. Lo que está claro es que cada cierto tiempo surge algún “divino geniecillo ordenador” que crea un salto en la tendencia artística tan necesario para la evolución de las disciplinas como para la vida en sí misma. En este sentido, Andy Warhol haya sido tal vez la figura más relevante de la segunda mitad del siglo XX en Norteamérica y, por ende, en el resto del mundo.
Podemos imaginar al niño Warhola (verdadero apellido de su familia inmigrante eslovaca), enfermo en su cama debido a su enfermedad de Corea de Huntington –Baile de San Vito-, sin  amigos, alimentándose de la radio, las revistas, haciendo sus propias tiras de cómics, absorbiendo toda la publicidad de la época y recortando fotos de sus glamurosas estrellas de Hollywood. Hoy sabemos lo  importante fue para él esa etapa de su vida.
 El mismo joven diseñador que llegó a Nueva York años más tarde con el propósito de comerse un buen trozo de ese pastel del mundo de mass media, consumo y glamur. Aquello le estaba esperando y olía a dinero…y eso le gustaba. Warhol pronto despuntó en la vanguardia y poco a poco se fue formando su carácter excéntrico rodeándose de variopintos amigos; celebridades, bohemios, aristócratas, drogadictos, modelos, homosexuales…toda una fauna psicoldélica. Hermético en su vida íntima pero con gran dominio de los medios a quienes convocaba cuando quería anunciar algo, ya que no concedía entrevistas.

Pero para tratar de entender su obra hay que tener en cuenta su visión del mundo, de su percepción de la realidad. El Expresionísmo de los años 50 con su exaltación de sentimientos y estados mentales –angustia, miedo, depresión, pánico…- era demasiado denso para aquella época próspera y feliz ; la sociedad bien alimentada imperante la Norteamérica de los 60. Así pues, Warhol crea una nueva concepción del Arte y critica al Expresionismo liberándolo de la materia formal y conceptual.
 Una amiga le dijo que representara aquello que más le gustara a él; Warhol lo vió claro. Él consumía mucha sopa enlatada, adoraba la Coca Cola, a la que consideraba todo un símbolo de aquella sociedad (“la bebe igual el presidente, que Liz Taylor que un mendigo o que yo”) y denotaba cierta querencia por los dólares. Por eso lo plasmó una y otra vez en la Factory, donde sus compañeros y él trabajaban sin descanso para crear sus obras de Pop Art –arte popular-, aunque a mí me guste imaginar que lo de Pop es por explotar, reventar como una palomita todo ese arte nuevo. Muchos críticos debieron de considerar que una cosa es el Arte en serio y otra el arte en serie, si se me permite el juego de palabras, pero la verdad es que esa manera aparentemente mecánica estaba creada con todo detalle y no poco esfuerzo. También le criticaban la ayuda de sus artistas, por hacerle buena parte del trabajo que luego firmaba él, pero este contestaba que ya en el Renacimiento había talleres donde aprendices ayudaban a sus maestros, como Leonardo o Miguel Ángel. (y él no iba a ser menos, debió de pensar).
 Aunque tiene sus raíces en el Dadá en cuanto a unir arte y vida cotidiana, no lo hace a la manera de Duchamps cambiando el uso de las cosas y sorprendiéndonos, como con su Fuente-Urinario. Andy Warhol elije el objeto por su propio valor artístico más que por la realización de la obra en sí transmitiéndonos su sentir a través de este. La aparente superficialidad de sus obras no es banal sino todo lo contrario, le aporta la intensidad que necesita.
El Pop Art para Warhol es un estilo de vida y no lo utiliza tanto como ironía y parodia como hacen muchos de sus compañeros. A pesar de tener muchos detractores, Warhol es una pieza clave en la Historia del Arte Contemporáneo, por su propia obra, sí, pero porque, además, abrió muchas posibilidades de creación para futuros artistas.
En los años 70 empieza a hacer retratos a famosos a partir de fotografías conocidas de estos o incluso de fotos de las revistas que él recortaba, coloreándolas y acuñando su sello tan personal. Lo hacía aunque no conociera al famoso en persona; por ejemplo, el retrato de Marilyn lo realizó una vez fallecida esta y lo pintó con colores luminosos como signo del mito imperecedero que es. Alguien dijo que era curioso cómo las mismas estrellas que él siempre había seguido eran las que ahora le perseguían a él para que las inmortalizara. Esto me ha hecho recordar la primera noción que tuve de Warhol. A finales de los 60 empecé a coleccionar cajas de cerillas con sus retratos de Marilyn, James Dean… me pasaba las horas colocándolas y recolocándolas de múltiples maneras ajena a quién era ese señor que pintaba tan moderno. Cuando mi padre entraba por la puerta ya le estaba yo esperando ansiosa de ver si me había traído mis cerillas. Nunca me defraudó.
  Diseñó carátulas de discos de cantantes punteros, Los Rollings, Lou Reed y su Velvet Underground –de quien sería manager , Diana Ross, Lennon e incluso, años más tarde, de un imberbe  Miguél Bosé (“el hijo de un torero”, dijo) para su álbum Made in Spain. Para ello viajó a Madrid donde también conoció a Almodóvar y Mc Namara y vivió, aunque fuera de pasada, la “movida madrileña”.
También coincidió con Dalí en varias ocasiones; ¡qué dós excentricidades juntas! Ambos auténticos maestros en venderse a sí mismos, cada uno a su manera; uno coleccionando pelucas blancas y Rolex y el otro, panes payeses y barretinas.
Daría cualquier cosa por ver la cara que puso Andy cuando  mañana del 2 de agosto de 1971, una extraña comitiva se  presentó en la Factory. Un afeminadísimo Bowie y su mujer Angie mucho más masculina que su marido, ataviados a la última y extravagante moda londinense, su representante, Tony de Fries y demás acompañantes, fueron a rendirle pleitesía sin avisar. No sé lo que al cantante le haría más ilusión, si firmar su primer contrato millonario en Nueva York –para sus tres álbumes, Hunky dory, Ziggy Stardust y Aladine Sane- o conocer a Warhol e ingresar en su maravilloso mundo del Wilde Side y codearse con los personajes más guapos de la época. Warhol se sintió fascinado por  de David por su androgenia y ambigüedad. Ese mismo día nombró a uno de sus ayudantes, Tony Zanetta “ministro de asuntos Bowie”. Sin comentarios.

Existe una parte de su obra menos conocida. Me refiero a “Sombras” -“Shadows”- (1978-79) Se trata de una incursión del autor en lo abstracto y lo conforman una serie de 102 enormes lienzos serigrafiados colocados uno junto a otro para que el espectador no se distraiga y los disfrute como si de una única obra se tratase; de hecho es así.
A través de este escarceo con la abstracción, el autor explora el uso del espacio con el color y la luz y cómo lo percibimos. Siempre con la constante de evitar la huella personal en beneficio del tema. Aunque en este caso sea difuso e inidentificable. Aún así.
Quizás sea por esto su obra menos conocida al ser la menos expuesta ya que, al ocupar tanto espacio, nunca ha podido exponerse por entero en ninguna sala hasta ahora. Pero amigos, estamos de suerte porque el Museo Guggenheim de Bilbao lo alberga en sus paredes hasta el 2 de octubre.
Pero eso no es todo. En una sala del tercer piso de nuestro Guggenheim, las paredes están profusamente decoradas con 150 Marilyns Multicolores. Son lienzos realizados en acrílico y serigrafía. Esto es para no perdérselo.
Solo queda mencionar el desconcierto que suscita pensar que bajo esas múltiples capas de provocación, timidez, homosexualidad,  admiración, envidia, rechazo, paranoias,  oscuridad y tanta superficialidad, subyaga la persona culta, educada y religiosa –de misa diaria, según decía su párroco-. A lo mejor en esta controversia radique su encanto.
Y tal vez por eso su mejor obra sea Andy Warhol, él mismo proyectándose como imagen pública, transgresora, artista e intelectual por toda la eternidad.

*No te ovides. Hasta el 2 de octubre. Reserva ya tus entradas en el enlace de arriba y gana tranquilidad y comodidad.









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