ANDY WARHOL; EL GURÚ DE LA MODERNIDAD
No es fácil determinar si la sociedad influye en el Arte o.
por el contrario, es este quien impone sus leyes y tendencias. El Arte es algo
vivo, cambiante y lo que hoy son escuetas rectas mañana serán rotundas formas.
Lo que ayer fue válido, hoy ya no lo es –aunque deje su huella-. Lo que está
claro es que cada cierto tiempo surge algún “divino geniecillo ordenador” que
crea un salto en la tendencia artística tan necesario para la evolución de las
disciplinas como para la vida en sí misma. En este sentido, Andy Warhol haya sido tal vez la figura más relevante de la segunda
mitad del siglo XX en Norteamérica y, por ende, en el resto del mundo.
Podemos imaginar al niño Warhola
(verdadero apellido de su familia inmigrante eslovaca), enfermo en su cama
debido a su enfermedad de Corea de Huntington –Baile de San Vito-, sin amigos, alimentándose de la radio, las
revistas, haciendo sus propias tiras de cómics, absorbiendo toda la publicidad de la época y recortando fotos de sus glamurosas estrellas de Hollywood.
Hoy sabemos lo importante fue para él
esa etapa de su vida.
El mismo joven diseñador
que llegó a Nueva York años más tarde con el propósito de comerse un buen trozo
de ese pastel del mundo de mass media,
consumo y glamur. Aquello le estaba esperando y olía a dinero…y eso le gustaba.
Warhol pronto despuntó en la vanguardia y poco a poco se fue formando su
carácter excéntrico rodeándose de variopintos amigos; celebridades, bohemios,
aristócratas, drogadictos, modelos, homosexuales…toda una fauna psicoldélica.
Hermético en su vida íntima pero con gran dominio de los medios a quienes
convocaba cuando quería anunciar algo, ya que no concedía entrevistas.
Pero para tratar de entender su obra hay que tener en cuenta
su visión del mundo, de su percepción de la realidad. El Expresionísmo de los
años 50 con su exaltación de sentimientos y estados mentales –angustia, miedo,
depresión, pánico…- era demasiado denso para aquella época próspera y feliz ;
la sociedad bien alimentada imperante la Norteamérica de los 60. Así pues,
Warhol crea una nueva concepción del Arte y critica al Expresionismo
liberándolo de la materia formal y conceptual.
Una amiga le dijo que
representara aquello que más le gustara a él; Warhol lo vió claro. Él consumía
mucha sopa enlatada, adoraba la Coca Cola, a la que consideraba todo un símbolo
de aquella sociedad (“la bebe igual el presidente, que Liz Taylor que un
mendigo o que yo”) y denotaba cierta querencia por los dólares. Por eso lo
plasmó una y otra vez en la Factory,
donde sus compañeros y él trabajaban sin descanso para crear sus obras de Pop Art –arte popular-, aunque a mí me
guste imaginar que lo de Pop es por explotar, reventar como una palomita todo
ese arte nuevo. Muchos críticos debieron de considerar que una cosa es el Arte
en serio y otra el arte en serie, si
se me permite el juego de palabras, pero la verdad es que esa manera aparentemente mecánica estaba creada
con todo detalle y no poco esfuerzo. También le criticaban la ayuda de sus
artistas, por hacerle buena parte del trabajo que luego firmaba él, pero este
contestaba que ya en el Renacimiento había talleres donde aprendices ayudaban a
sus maestros, como Leonardo o Miguel Ángel. (y él no iba a ser menos, debió de
pensar).
Aunque tiene sus
raíces en el Dadá en cuanto a unir
arte y vida cotidiana, no lo hace a la manera de Duchamps cambiando el uso de las cosas y sorprendiéndonos, como con
su Fuente-Urinario. Andy Warhol elije el
objeto por su propio valor artístico más que por la realización de la obra
en sí transmitiéndonos su sentir a través de este. La aparente superficialidad
de sus obras no es banal sino todo lo contrario, le aporta la intensidad que
necesita.
El Pop Art para Warhol es un estilo de vida y no lo utiliza tanto
como ironía y parodia como hacen muchos de sus compañeros. A pesar de tener
muchos detractores, Warhol es una pieza clave en la Historia del Arte
Contemporáneo, por su propia obra, sí, pero porque, además, abrió muchas
posibilidades de creación para futuros artistas.
En los años 70 empieza a hacer retratos a famosos a partir de
fotografías conocidas de estos o incluso de fotos de las revistas que él
recortaba, coloreándolas y acuñando su sello tan personal. Lo hacía aunque no
conociera al famoso en persona; por ejemplo, el retrato de Marilyn lo realizó
una vez fallecida esta y lo pintó con colores luminosos como signo del mito
imperecedero que es. Alguien dijo que era curioso cómo las mismas estrellas que
él siempre había seguido eran las que ahora le perseguían a él para que las
inmortalizara. Esto me ha hecho recordar la primera noción que tuve de Warhol.
A finales de los 60 empecé a coleccionar cajas de cerillas con sus retratos de
Marilyn, James Dean… me pasaba las horas colocándolas y recolocándolas de
múltiples maneras ajena a quién era ese señor
que pintaba tan moderno. Cuando mi
padre entraba por la puerta ya le estaba yo esperando ansiosa de ver si me
había traído mis cerillas. Nunca me defraudó.
Diseñó carátulas de
discos de cantantes punteros, Los
Rollings, Lou Reed y su Velvet Underground –de quien sería manager , Diana Ross, Lennon e incluso, años
más tarde, de un imberbe Miguél Bosé (“el hijo de un torero”, dijo) para su álbum Made in Spain. Para ello
viajó a Madrid donde también conoció a Almodóvar y Mc Namara y vivió, aunque
fuera de pasada, la “movida madrileña”.
También coincidió con Dalí
en varias ocasiones; ¡qué dós excentricidades juntas! Ambos auténticos maestros
en venderse a sí mismos, cada uno a su manera; uno coleccionando pelucas
blancas y Rolex y el otro, panes payeses y barretinas.
Daría cualquier cosa por ver la cara que puso Andy cuando mañana del 2 de agosto de 1971, una extraña
comitiva se presentó en la Factory. Un
afeminadísimo Bowie y su mujer Angie
mucho más masculina que su marido, ataviados a la última y extravagante moda
londinense, su representante, Tony de Fries y demás acompañantes, fueron a
rendirle pleitesía sin avisar. No sé lo que al cantante le haría más ilusión,
si firmar su primer contrato millonario en Nueva York –para sus tres álbumes,
Hunky dory, Ziggy Stardust y Aladine Sane- o conocer a Warhol e ingresar en su
maravilloso mundo del Wilde Side y codearse con los personajes más guapos de la
época. Warhol se sintió fascinado por de
David por su androgenia y ambigüedad. Ese mismo día nombró a uno de sus
ayudantes, Tony Zanetta “ministro de asuntos Bowie”. Sin comentarios.
Existe una parte de su obra menos conocida. Me refiero a “Sombras” -“Shadows”- (1978-79) Se
trata de una incursión del autor en lo abstracto y lo conforman una serie de
102 enormes lienzos serigrafiados colocados uno junto a otro para que el
espectador no se distraiga y los disfrute como si de una única obra se tratase;
de hecho es así.
A través de este escarceo
con la abstracción, el autor explora el uso del espacio con el color y la luz y
cómo lo percibimos. Siempre con la constante de evitar la huella personal en
beneficio del tema. Aunque en este caso sea difuso e inidentificable. Aún así.
Quizás sea por esto su obra menos conocida al ser la menos
expuesta ya que, al ocupar tanto espacio, nunca ha podido exponerse por entero
en ninguna sala hasta ahora. Pero amigos, estamos de suerte porque el Museo Guggenheim de Bilbao lo alberga en
sus paredes hasta el 2 de octubre.
Pero eso no es todo. En una sala del tercer piso de nuestro
Guggenheim, las paredes están profusamente decoradas con 150 Marilyns
Multicolores. Son lienzos realizados en acrílico y serigrafía. Esto es para no
perdérselo.
Solo queda mencionar el desconcierto que suscita pensar que
bajo esas múltiples capas de provocación, timidez, homosexualidad, admiración, envidia, rechazo, paranoias, oscuridad y tanta superficialidad, subyaga la
persona culta, educada y religiosa –de misa diaria, según decía su párroco-. A
lo mejor en esta controversia radique su encanto.
Y tal vez por eso su mejor obra sea Andy Warhol, él mismo proyectándose como imagen pública, transgresora,
artista e intelectual por toda la eternidad.
*No te ovides. Hasta el
2 de octubre. Reserva ya tus entradas en el enlace de arriba y gana
tranquilidad y comodidad.
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